EL DISEÑO GRÁFICO EN EL PERÚ  

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Mayo de 2019 será una fecha inolvidable para la plástica, en especial para las artes gráficas en el Perú, seis maestros: Claude Dieterich, Víctor Escalante, Carlos Gonzáles, Ciro Palacios, Jesús Ruiz Durand, y Octavio Santa Cruz, volvieron a reunirse en una exposición espléndida, en la Galería de Artes Visuales de la Universidad Ricardo Palma.

EL DISEÑO GRÁFICO EN EL PERÚ 

Por : Omar Aramayo

 

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 Los seis diseñadores que exponen afiches, logos, portadas que marcaron toda una época.

Mayo de 2019 será una fecha inolvidable para la plástica, en especial para las artes gráficas en el Perú, seis maestros: Claude Dieterich, Víctor Escalante, Carlos Gonzáles, Ciro Palacios, Jesús Ruiz Durand, y Octavio Santa Cruz, volvieron a reunirse en una exposición espléndida, en la Galería de Artes Visuales de la Universidad Ricardo Palma. La muestra ha sido denominada Pioneros del Sesenta, porque en efecto, en los años sesenta del pasado siglo, hace sesenta años, emerge la actividad con todos sus contornos, a no ser algunos antecedentes ilustres.

El diseño gráfico aparece en el mundo como resultado de una necesidad primordial: anunciar un producto, pero anunciarlo de manera llamativa, y lo que mejor llama, sin duda, es la llama de la belleza, la armonía. Por eso Toulouse Lautrec, a principio de siglo XX inventó una manera de decir, de conectar con la multitud, de eso se trata; porque el diseñador gráfico es ante todo un comunicador; un profesional que se maneja entre dos temperaturas, la del anunciante o productor, y la del público o receptor, cuando logra esa conexión entonces el diseñador califica. Pero no basta, de por medio está el producto, que tenga valor intrínseco, que se sostenga por sí mismo. Teniendo una función precaria, queda en el tiempo. Eso es precisamente lo que ha sucedido con los Pioneros del Sesenta, cuyas obras: logos, afiches, portadas de periódicos y revistas, portadas de libros, estampillas, han trascendido al momento para el cual fueron creados, con calidad global. Entonces contemplamos el anuncio de espectáculos, eventos culturales, sociales, políticos, académicos, caratulas de libros, y otros, que tuvieron vigencia en su momento y que a nadie o a muy pocos interesa hoy, están ahí como fósiles en el tiempo, pero dentro de un organismo vivo, que a través de los años ha pervivido. Es la piel de la belleza. Y son estos los trabajos realizados por Dieterich, Escalante, Gonzáles, Palacios, Ruiz Durand, y Santa Cruz, aporte extraordinario a la cultura peruana contemporánea, que es necesario reconocer en su conjunto como individualmente; más, cuando han sido reconocidos con impresionantes honores en el exterior.

Este conjunto de artistas, está integrado por gente de diferentes generaciones, Diéterich nacido en 1930, Escalante el 36, Santa Cruz y Palacios el 43, Ruiz Durand el 40; académicos casi todos ellos, con cargos académico administrativos en distintas universidades. Gonzáles, excelente pintor y escultor; lo mismo que Escalante; Santa Cruz, guitarrista reconocido, escritor, autor de un libro acerca del tema, precisamente. Intelectuales con un bagaje de conocimientos, influidos, y militantes algunos, del pos suprematismo o del pos simultaneísmo de los Delaunay, Bauhaus, y de las corrientes que se desencadenan en los 60: arte cinético, pop, minimalismo sucedáneo del suprematismo; como de las excelencias del arte peruano prehispánico.

¿Qué sucedió en lo político y social para que se produjera esta apertura, para que este equipo de independientes, valga el oxímoron, se montara en una ola de creatividad y comunicación? A nivel nacional tres hechos esenciales: el oleaje de obras públicas que impulsó el presidente Belaunde; el golpe militar de Velazco Alvarado, la reforma agraria entre otras reformas; y el boom literario cuyo promotor principal fue Mario Vargas Llosa. Belaunde permitió un incipiente flujo económico, Velazco movilidad social, y el boom el oxígeno ideológico espiritual que necesitan los movimientos de renovación, el glamour y el espíritu. En los prodigiosos sesenta, el mundo se transformó con el movimiento hippy, los procesos de liberación de África y Cuba, el feminismo, el cine, el folclore, la carrera espacial; era extraordinaria de creatividad a nivel global. Son entonces, los diseñadores gráficos de los 60, una expresión de esa convulsión renovadora maravillosa.

La llegada de los diseñadores suizos, debido a las exigencias del mercado interno, de cierto florecimiento económico a fines de los cincuenta y sesenta, atmósfera pródiga de esperanzas, (la guerra había favorecido económicamente al Perú), de casas como Escala, Hogar, u Oechsle, Hotelería, Química, Banca y Seguros, interesados en construir su imagen, no solo trajo una manera nueva de mirar, sino que permitió la formación de algunos artistas a los que hoy celebramos, inopinada oportunidad de trabajo e inspiración permanente que privilegió, por ejemplo, a Escalante como a Santa Cruz; semilla en expansión que creó inquietud, un estado de ánimo. Markus Barandum, André Bovey, Hans Bosshard, Werner Stockli, trajeron a Lima y a la vena, conocimientos de la mayor escuela de diseño del siglo XX, la Bauhaus, el gusto europeo, ideas frescas, y responsabilidad para un trabajo que no podía considerarse oficio o arte menor, trabajo perecible, pasatiempo, sino gesta de amor por la armonía y el rigor; gesta por su carácter social. Un registro contemporáneo de las artes plásticas, que ya entonces tenían mayoría de edad por el mundo.

Claude Dieterich, quien mayor trayectoria académica ha desarrollado y que gracias a su arte ha viajado por el mundo; vida prolífica de tipógrafo y calígrafo exquisito. Tiene algunos logos imperecederos en su simplicidad, como el de Hogar, una casa de electrodomésticos. Ha visto como su mejor posibilidad el blanco y negro, evita los medios tonos posibles, los grises; busca los altos contrastes, los golpes contundentes. Artista que sabe contenerse para luego brindar el fruto.

Víctor Escalante, veterano de redacciones de periódicos y revistas del siglo veinte, en su narrativa tiene al periodismo, en cuestión y en extinción. Nunca los suplementos, volverán a ser lo que fueron, delicia en belleza y contenido. Alguna vez lo llamaron Choco, para compararlo con un estilista de moda que maquillaba a las mises, para ponerlas más bellas. Sus afiches y carátulas se apoyan en sus dibujos o pinturas, muchas de ellas composiciones geométricas en movimiento, hasta tornarse cada vez más figurativas. Su contacto con los poetas y sus libros ha sido permanente: Corcuera, Calvo, Toro, Rose. Memorable su afiche, blanco y negro, para Nocturno, un concierto de música novísima en los 80.

Carlos Gonzáles, diseñador de gran versatilidad en el uso de recursos como en el planteamiento de sus temas. No se repite, la diferencia que existe entre uno y sus demás trabajos es evidente, lo que no ocurre en su pintura que tienen unidad temática y de estilo, en cada ciclo. Muchos de sus trabajos tienen como primacía la sugerencia antes que lo evidente, por ejemplo la estampilla que diseñara para el periodista en 1966. Autor de hermosas carátulas con las que se han privilegiado Vargas Llosa o Bryce Echenique

Ciro Palacios, discípulo de Dieterich. Autor de logos y afiches para el sector industrial, tuvo como clientes a las empresas más importantes del medio durante años, aunque nunca se apartó del mundo cultural, al cual pertenece el arte gráfico por definición. De gran fuerza expresiva.

Jesús Ruiz Durand, autor del ícono de José Gabriel Túpac Amaru, que dada la síntesis y el enigma, pervivirá por los tiempos. Sus afiches para la reforma agraria tenían el inmenso reto de tramontar el idioma, trasladarse vía imágenes al mundo quechua aymara, ser el lenguaje puente; estaba dotado para ello por su ascendencia andina. Fue el arma mejor del sistema del gobierno revolucionario, en realidad la única, más allá del discurso ideológico; como se ha reiterado, logró cohesionar la vanguardia política con la vanguardia estética. El proyecto que desarrolla en la revista Martín, basado en programas informáticos, explora posibilidades innovativas.

Octavio Santa Cruz, apasionado por la tipografía y la caligrafía, maestro del blanco y negro, alcanza sus logros gracias a la síntesis y a la experimentación. Su versatilidad lo enfrenta a retos de espacios siempre diferentes, aunque haya dedicado una larga época a las caratulas de libros.

No obstante, necesario es saber que antes de los pioneros, otros en el mar del olvido nacional, abrieron los surcos de la tinta y el grafito, la mano alzada y la idea hecha línea, síntesis del verbo, idea pura, hallazgos. Uno de ellos, José Carlos Mariátegui, inficionado por los indigenistas de Puno, que llamó Amauta a su revista, 1926 y 1930. De ella hizo bandera de autoctonismo y universalidad; pero esta empresa habría sido imposible de no haber contado con un maestro de obras como José Sabogal, maestro de verdad, figura señera del indigenismo. El artista gráfico le da el rostro y el santo y seña, identidad a una publicación; eso es lo que hizo Sabogal con sus logos, de limpieza y precisión extraordinaria. Por eso es un hito no solo en la pintura sino en la historia del diseño gráfico en América Latina.

Los años cincuenta estuvieron marcados por José Bracamonte, antecedente inmediato de los Pioneros, maestro que se formó en el Brasil con el gran renovador catalán del afiche, Eduardo Baría Vilato; posteriormente estudió grabado con Nemesio Antúnez en Chile; premiado en el Salón Paulista de Arte Moderno en 1955; trabajó 25 años en la revista política Pan, que dirigía el periodista Alfonso Tealdo, de los más importantes de su época, inimitable aunque lo trata de imitar; y acompañó por más de diez años a Manuel Scorza en su extraordinaria travesía editorial, le diseño caratulas y por cierto, es autor del hombre que lee, logo de Populibros. Creador de casi todos los afiches de teatro de los cincuenta; uno de sus escenario naturales era la salita de la AAA, la asociación de artistas aficionados, de la cual era promotor; Pepe, lo llamaban sus amigos de todas las edades, era hombre fino, de gran bonhomía, bohemio, su taller en la cuadra tres de Camaná, frente al diario La República, centro de confluencia de políticos, artistas e intelectuales. Una de sus técnica era ampliar una foto de periódico hasta hacer visibles sus puntos constitutivos, luego les daba color, al final parecía un dibujo original, un dibujo de historieta, alguna vez un almirante le dijo: usted es un genio! Cómo ha podido dibujar tan pronto, punto a punto, y tan perfectamente. Así es, señor almirante, respondió Bracamonte, cada quien conoce su oficio, imagínese si yo dirigiese un combate en alta mar. Fueron sus discípulos Carlos Gonzáles Ramírez tanto como Luis Arias Vera o Jesús Ruiz Durand. Fue parte del sistema nacional de apoyo a la movilización social, SINAMOS, brazo de propaganda política del gobierno revolucionario del general Velazco, muestra ciertas semejanzas con la experiencia cubana o polaca. Bracamonte era un creador total, en los 60 realizó un extenso mural, de inspiración prehispánica, con cerámica veneciana en la universidad nacional del altiplano, en Puno, y en 1965 se embarcó en una aventura textil con los tejedores de San Pedro de Cajas, realizó tejidos gigantes y alquiló una galería, en la bella casona republicana el Tambo, en el centro de Lima, para exhibirlos, que lo sumió en la ruina. Sin duda, un artista mayor, audaz en su apuesta creativa.

Es imprescindible mencionar el trabajo minimalista de Javier Sologuren, que entre 1959 y 1973, publicó ciento cincuenta plaquetas y cuadernos, en un estilo de impecable pulcritud no obstante la precaria tecnología, muchas de ellas con caratulas de Fernando Szyszlo.

Queda el vuelo creador de ese abuelo histórico que es Huamán Poma de Ayala. En relación a los dibujos de la Corónica, al análisis y solo para el análisis, texto y plástica van por cuerdas separadas, cada uno con valor específico, aunque sean complementarios como producto de consumo, uno solo como resultado. Don Felipe es el precursor de una nueva forma de decir, más propia del siglo XX que de su época, donde la imagen en la sociedad del homo videns, es esencial para explicar el razonamiento del ser humano acelerado. El texto se vale por sí mismo, tanto como los dibujos, reconocidos ya por su valor plástico entre los dibujantes, comparable a Picasso, como Churata lo señala. Entre Zadkine y Jean Cocteau, entre lo torturado y lo lírico, lo didáctico y lo épico. Personal. Dibujo cronicante, porteador que recoge las experiencias del viaje. Recuperado como referencia prístina y remota de los actuales historietistas, donde las leyendas o pie de página son comunicación inmediata, con carácter descriptivo interpretativo, como los titulares de los afiches, o las caratulas de revistas o de libros. Un vanguardista en el tiempo.

Porras Barrenechea dice: el indio carece de imaginación y su defecto principal es, como en el texto la insoportable, repetición y monotonía de sus formas. Diríase que no percibe la individualidad, sino las tipificaciones genéricas. Todos los incas son iguales, todos los virreyes tienen las mismas barbas y vestidos, todas las ciudades son idénticas, y hasta el autorretrato del propio autor. Sin duda el maestro Porras no tenía el concepto de ícono. Veía el rostro pero no sus gestos. Veía cada cuadro pero no el conjunto, veía la serie pero no al individuo en su circunstancia, ese rostro que figura el mundo de la colonia. Por Huamán Poma podemos ver el asesinato de Túpac Amaru I, el gran retablo del Qorikancha, y tantas otras escenas. Pitchman, el descubridor del documento, así como el arqueólogo Posnasky, decía que los dibujos eran más valiosos que el texto.

Don Felipe trae una concepción gráfica del texto, inaugura un canon que entonces no definido en Europa, que ningún dibujante ha utilizado no obstante los extraordinarios grabadores europeos. Hay algunos indicios en los cuadros coloniales, pero no tanto; que demora siglos en llegar. Si observamos los periódicos de los años cincuenta del siglo pasado, es claro que don Felipe tenía una idea más avanzada de cómo componer una portada. Su obra ha sido reconocida más como símbolo que ícono o una conjunción de ellos, Umberto Eco permite la distinción. Icono, una imagen mental, un cuadro, un diagrama que tiene la misma forma de la relación representada. Una metáfora. Una referencia. En cambio, un símbolo es un sustantivo, un relato, un libro, una ley, una institución. A diferencia del anterior, es convencional. Y agrega, que nadie duda que se produzcan fenómenos comunicativos a nivel visual; pero es más problemático creer que tales fenómenos tengan carácter lingüístico. No tienen carácter lingüístico pero son un lenguaje.

De cuando en cuando una caratula, un afiche, aparecen como imágenes mentales que nos transportan al pasado, a la historia, a la colonia, al abuso, o solo a nuestra propia historia, los dibujos de Huamán Poma arrastran en su cauda una carga muy potente de mensaje; vamos a demorar en identificar lo específico o muchos no van a interesarse en ello, pero ya solo el primer golpe de vista ha de llevarnos a su mundo. Eso es el estilo, pero también el canon, la época. Por el momento la semiótica de la comunicación no ha dejado ver nuevas interpretaciones que nos expliquen el diseño, la composición, la dimensión del tiempo, del espacio gráfico, de sus personajes, de su composición. Sus dibujos, además, por su estética particular y por su contenido, han sido y son imitados por los nuevos gráficos del Perú y el mundo, y serán cada vez más un modelo para artistas artesanos. Pablo Macera, hace años publicó un libro sobre temas actuales con dibujos a la manera de Huamán Poma de Ayala; ahora es común, es un estilo. Comunica. Pertenece a la post modernidad. Lo que digo, es que Huamán Poma es un maestro del diseño peruano contemporáneo, y que como maestro muestra un camino a otros diseñadores; no a seguidores sino a creadores de su propio destino. Y con otras explicaciones.

Alfonso Castrillón con la sabiduría y el magisterio que sabemos de él, ha hecho posible esta extraordinaria exposición. Hace medio siglo advertía que: 1. El afiche en el fondo es una red de intenciones 2. Algo característico de la imagen publicitaria es su bondad simbólica que debe coincidir con la bondad intrínseca del objeto publicitado. A nadie se le escapa, en última instancia, que la publicidad es también una elección moral. 3. Una fuerza como la publicidad debe darnos la oportunidad de elegir críticamente. 4. La mala publicidad moriría por su propia mano. Castrillón no solo habla de lo estético y su función, sino de ética.

Seis es un buen equipo, pero en el futuro habrán de recuperarse a otros como Eliseo Guzmán, Alberto Escalante, Luis Arias Vera. Carlos Tovar, Pedro Guimoye, que hicieron su tarea, y con creces, en esta misma época.

Solo queda una pregunta, ¿en qué momento se jodió el diseño gráfico en el Perú, no obstante la oferta de institutos y universidades, para los jóvenes? Cuando la computadora reemplazo al talento, al buen gusto, y la cultura. Cuando los empresarios se hicieron cada vez más ignorantes, cuando los directores de periódicos buscan lo mórbido de la gente y no el espíritu. Hay cosas que se enseñan, y se aprenden; otras que se esconden. No olvidemos que Walter Gropius decía: debemos volver al trabajo manual, evitar esa barrera infranqueable que divide a artistas y artesanos.

FUENTE: Omar Aramayo. 

https://www.facebook.com/omar.aramayo.39/posts/2382755368471363

 Credito de las fotos:https://elcomercio.pe/luces/arte/marca-creatividad-seis-disenadores-peruanos-exponen-trabajos-emblematicos-noticia-ecpm-637066-noticia/

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