"Aunque en su advertencia inicial Carlos Oquendo nos exhorta a establecer un contacto con el libro determinado por una comparación con un elemento de la naturaleza («Abra el libro como quien pela una fruta»), su formato parece más cercano al de una película cinematográfica que, al extenderse, muestra todo el conjunto de poemas en una sucesión a la manera de fotogramas de una película de celuloide".
«5 metros de poemas» de Carlos Oquendo de Amat
La primera peculiaridad que salta a la vista es formal: se trata de un único pliego continuo que, a la manera de película fílmica, componen 5 metros de poemas sin cortes, como fotogramas. Pero esta peculiar decisión formal responde, primeramente, a toda una nueva concepción estética.
El amor a la cinematografía
"Para muchos, este capricho obedecía a sus lecturas dadaístas, futuristas, ultraístas creacionistas, surrealistas, además, los poemas acusaban la influencia de los ismos. Pero ningún crítico de la época distinguió el amor a la cinematografía que latía en el poeta y que lo llevó a pensar que cada página, en realidad un cuadrículo de la tira de papel doblado, equivalía a la escena de una película".
Un hogar cinético
“Su tío, efectivamente, lo llevaba, según afirma José Luis Ayala, a su casa “para asistir a la revisión de cintas cinematográficas que llegaban de La Paz, Buenos Aires y a veces de Lima». Más tarde se colaría la influencia de los poetas franceses, especialmente Mallarmé y Apollinare, que terminaron por configurar un estilo oquendiano y ayudaron a parir Cinco metros de poemas (1927)”.